viernes, 14 de octubre de 2011

La marginación infantil es el principal antecedente de los delincuentes juveniles

El 48% de la población infantil española entre los doce y los dieciséis años no mantiene con su padre relaciones positivas o de acercamiento, mientras que casi una tercera parte del mismo grupo considera que en su casa no se respeta al niño ni se le tiene en cuenta.


La inadaptación y delincuencia de los jóvenes es, en casi todos los casos, una reacción a las contradicciones de la sociedad de consumo.La edad juvenil es la más sensible a este problema; sus defensas psíquicas contra la invitación consumista son más débiles que las de otros grupos de edad. Su propensión a infringir las reglas es, pues, superior.


Pero el joven marginado suele tener detrás unos antecedentes familiares y educativos marcados, asimismo, por las lacras de la marginación y el postergamiento.
La familia es el primer núcleo donde el individuo aprende las normas de la comunidad.


Según el estudio de EDIS, el 16% de la población infantil consultada dice que en su casa existen malos tratos, insultos, riñas fuertes y alcoholismo; el 30% confiesa haberse fugado alguna vez de casa o haber tenido intención de fugarse, y el 39,8 % se queja de pasar menos de dos horas al día con su padre, lo que genera distanciamiento, incomprensión y soledad.


La situación familiar se proyecta en la escuela, segundo núcleo de socialización del menor. La escuela también funciona a imagen y semejanza de la comunidad. Su misión consiste en transmitir pautas y normas de comportamiento, inculcar respeto al orden establecido y a la ideología dominante, uniformar conocimientos, valores y prácticas y legitimar las estructuras de clase preexistentes. Los escolares que llegan al aula desde un estado social medio o elevado triunfan en los estudios más que los hijos de familias conflictivas y marginales, los cuales fracasan acaban por abandonar.

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